Soy tan Azteca como cualquier Azteca que pisó esta tierra y tan español como cualquier Español de Europa; mi piel reconoce al Sol como su dios y mi apellido reconoce a Cristo como su dios. Soy el resultado del choque de dos culturas; mi patria es la tierra que me vio crecer, la cultura que me enseñó a hablar, los libros que me enseñaron a entender y las personas que me enseñaron a pensar; mi nación es a donde me lleven los pies.
Soy mexicano y español y americano y europeo. Si pudiera reconocer mis verdaderos orígenes a través del tiempo también podría ser gladiador o troyano o perteneciente al Islam, pues en mis venas corre sangre de hombres libres y esclavos de todo el mundo, de libertadores y oprimidos incluso también de opresores; es aquí donde esta el desafío, en aceptar verdaderamente quien soy y de donde vengo, solo así mi voluntad me llevará a entender que soy un hombre que pertenece y lleva el mismo hierro en la sangre que todos los demás hombres, sin fronteras o limites, pues somos todos hombres libres luchando contra lo mismo.