Camina lenta por el dial, la manecilla del horario,
tiene en su andar sabiduría y en su lerdo caminar,
perdona al tiempo que se burla de su sobria soledad,
su marca es perenne y puntual, no busca celeridad,
ha aprendido a caminar el paso lento de su edad,
mira tranquila en su andar, el pasar de sus compañeros,
no hace caso de la prisa del minutero o del segundero,
ella marca la hora final, es una manecilla de confiar,
no necesita para andar, ni condestable ni escudero,
sabe de sobra que de ella dependen las decisiones,
las citas amorosas, los serios encuentros y los muertos,
desdeña la celebridad en los brindis de fin de año,
pero se enternece con aquellos que la miran pasar
que en sus corazones sienten que han pasado mil años,
marca el tiempo con nobleza y el descanso nocturnal,
es silente en esas horas de amargura del poeta,
y no procura ser veloz en el lance amoroso del precoz,
vive en este mundo atrapada por el tiempo,
dando su amoroso batallar en el eje de su dial.
Andrés Romo
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