Entre otras cosas, lo que quiero es escapar
del pasado y del presente,
de la libertad de mi lengua y de mis manos;
de lo que no tengo
y siempre dejo en la orilla de un plano,
cuyos trazos mercuriales perdieron la facultad de reír,
dejando su asombro entre cosquillas muertas,
en puntos infandos,
protagonistas de una silueta simultánea,
donde se arrastran callejuelas con aroma de sodio.
De repente ya no quiero ser yo mismo,
acaso mi otro yo que se desdibujó en el tiempo,
en el albur de una mañana
despejada de nieblas y mentiras,
donde se extinguieron las palabras que no dije,
y me explicaron lo que nunca supe
mientras se repartían el planeta
en una configuración de alocuciones,
sí, de las mismas que utiliza el amo sigiloso
para parecer bien intencionado
a la hora de aplastar al lacayo.
Entre otras cosas,
ya no quiero un mundo diferente,
porque dejaría de ser el mundo que es.
Tampoco quiero la marioneta olvidada del destino,
que se pasea por las avenidas
en las pupilas tristes
que venden la fantasía de un sueño
que no alcanza a cubrir la pena de sus cuerpos,
ni exponerlos en los tristes mercados,
donde la economía comprueba
las eruditas equivocaciones de genios tercermundistas
que se visten de fantasmas
a la hora del trabajo.
Entre otras cosas,
lo que quiero es una porción de océano virgen,
un torso famélico de palabras,
y un espejo menos sincero que el que tengo.
Entre otras cosas...
una lágrima seca sería suficiente,
para lavar mis huellas que viajan inmigrantes
hacia un cielo sin sonido,
donde no sé si soy solo un pensamiento
o un cuerpo que se mueve despierto entre el recuerdo.
Entre otras cosas...
no sé si vivo o muero.
Entre otras cosas solamente soy hombre,
mientras aprendo a vivir conmigo mismo.