Salgo a contar estrellas, me oxigeno
en la noche cerrada al escampío,
grandioso el espectáculo y tan frío,
tan nítido, tan íntimo, tan pleno.
Se exalta el corazón, y lo sereno,
mirando tu grandeza y poderío;
mis huesos, al relente y al rocío,
a su hábitat primero los condeno:
recuerdo cuando niño: noche al raso,
¡verano!, que en la parva me extasiaba,
Camino de Santiago y tanta estrella…
El rastro de otros mundos y su paso,
cerrando, Dios, mis ojos los buscaba:
¡producto de tu Mano y de tu Huella!
(Gonzaleja)