Nos despertamos con los albores de un nuevo día,
Y salimos a pedalear,
Fuimos contemplando una cuidad dormida y silenciosa,
La costanera se hizo interminable,
Y nuestro andar es más perezoso, que nuestras palabras
Las aguas del rio dulce se desplazan peligrosamente,
Su caudal causa temor, parece como si fuese a llevarse
Todo a su paso,
Te mire por un instante, sugerí que bebieras agua, ya que
Note el cansancio en tus ojos, pero jamás dijiste me canse,
Con mis palabras trate de desviar la situación
Quise que te concentraras en el paisaje,
Y, entre los dos buscamos en el horizonte
Al Cristo del parque Aguirre que nos marcaria el regreso,
Sin que lo supiéramos el sol fue haciendo su aparición
Nuestras sombras ya se reflejaban en la calle,
El viento es leve, imperceptible y poco colaborativo
Para nuestro primer día de pedaleo.
El cielo ausente de nubes nos priva de un poco de sombra
Que alivie nuestros cuerpos,
Los kilómetros paralelos al tiempo se fueron consumiendo
Y ya estamos solos en las calles,
La gente comienza su largo peregrinar a su quehaceres
Tomamos la última curva para llegar a nuestra casa,
El objetivo está cumplido, y no hablo del pedaleo,
Hablo de poder hacer las cosas que nos gustan juntos.
Hermosa mañana, distinta, deseada y añorada.
Mañana tal vez se repita, y seremos testigos
De un nuevo despertar de la ciudad.