¡Oye mamá!,
¿Cuántas veces me dejaste sola en un día de las madres?,
mientras mis compañeros en la escuela,
junto a las suyas, jugaban y reian alegres.
Cuando triste, quizás melancólica te daba quejas,
sólo me pedías que tuviera paciencia
observando en tus cansados ojos,
un dejo de tristeza.
Ahora puedo decir que te entiendo
y quiero más a mis maestras,
porque ellas, han tenido que dejar a sus hijos solos.
para estar conmigo en tan importante fecha.
Ahora te veo madre, en mi maestra
y quiero que tus estudiantes,
así, te vean y te quieran.
Perdona madre tantos reproches,
pero a mi corta edad no podía entenderlo.
Cuando paseo junto a ti por las calles,
no imaginas la emoción que siento,
cuando se te acercan niños, jóvenes y adultos,
y con gran cariño te preguntan, ¿Cómo está maestra?.
Dios me bendijo al ser tu hija.
Siento que siempre estas conmigo;
el cariño y aprecio que te tienen se manifiesta,
al encontrarme con un panadero, un médico,
un albañil, un maestro,
un ingeniero, un abogado o un arquitecto, ...
que al verme, con tono amable se refieren a mí diciendo
-Ella, es la hija de mi maestra-.