Me oyó decir lo siento
con la boca cubierta de palabras
y solo tuvo higiene para mirar de lado,
montañas como excusas,
un sendero de lumbre.
Sus ojos tienen hoy la quemadura
de los trenes vacíos,
su inverso queda siempre
detrás de la ventana.
Para comprarse un año
acepta que la vida le reclame
cualquier final feliz que ya no es suyo.
A pocos pasos de las mariposas
suele abrazar al mundo que le queda.
Sabe que necesita
conocer los letreros que no existen,
que nunca se han escrito,
que no tienen piedad con los que miran.