Tendré que presionar
aquello que me gusta:
la pasta de los dientes,
el bote de pintura,
la leche condensada,
el ramo de las uvas,
la carne de ternera,
el libro de lectura,
y luego, si me canso,
podré frotar la pluma,
la rosa solitaria
la pera muy madura,
la tela silenciosa,
los claros en tu blusa,
los dedos de la mano,
y un labio sin excusas,
...Y si esto es el masaje
\"son cosas de los curas\",
me digo y me repito,
saliéndome una arruga.
Volvamos al asunto,
sigamos la pregunta,
y hagamos masajitos,
siguiendo bien la ruta;
así desde Comillas
vayamos hasta Cuba,
obviando San Vicente
y océanos y brumas,
si acaso en las Antillas
hagamos la locura
de ver al sol desnudo
en manos de una bruja...
Pero ahora, hablando en serio,
tomemos una curva,
seamos consecuentes
igual que lo es la luna,
bebamos la botella,
(el néctar es cicuta),
sintiendo los efluvios
que llegan a la nuca,
quizás esos masajes
despejen las fortunas,
nos traigan a princesas
morenas y menudas,
y si no es procedente
al bardo que se oculta
y buscan con denuedo
muchachas algo adultas...
\"...¡Ay masaje, masajito!,
no sé bien lo que resulta,
de juntar y presionar
tantas letras vagabundas...\"
Rafael Sánchez Ortega ©
08/02/19