Sicarios de corbata y etiqueta
zumbando como moscas infinitas,
cambiaron ya su perorata escueta
de antiguo comunismo a terroristas.
Nos venden una imagen populista
como guardianes de la democracia,
cuando son en verdad oportunistas
de una burda y pueril idiosincrasia.
Asesinos espurios: llegarán
tiempos mejores de los hoy vividos
bajo sus botas de arbitrariedad.
Talvez nuevos poderes buscarán
un punto equidistante permitido
por los principios de la libertad.