Que valiente aquel que emprendió su largo
camino, en el sendero de tu destino.
Que alegría le invade el alma, a quien puede
ver a través de tus ventanas ¡el hermoso ser
que le acompaña!.
Benditos los labios que lograran probar,
el dulce veneno de tu boca y morirá de amor,
con cada beso bajo la ropa.
Dichosos los ojos que pueden ver tu cabello
largo y café, descendiendo por tu espalda
húmeda por la lluvia.
Que suerte de quien tome tu mano y
camine por las calles de la vida, enfrentando
el destino de ser uno mismo.
Que privilegio le otorgo la vida a quien
ilumina tus días, y le cedido la misión de
llenarte de amor… hasta hacerte perder la razón.
La dicha le dio la buena cara a quien te besa
todas las mañanas, a quien sin
medida alguna le amas.
Que feliz se ha de sentir quien despierta…
con el café de tu hermosa mirada, todas las mañanas.
Que fortuna el poder abrazar tu cuerpo
esbelto y no confundirlo cada anochecer,
con la fría almohada de su cama.
Solo resta decir que la suerte le sonrió,
ahora camina contigo, presumiendo su amor
al mundo, ¡mundo! donde vivo muriendo
porque estés conmigo.