Ruth García

Su dicha.

Que valiente aquel que emprendió su largo

camino, en el sendero de tu destino.

 

Que alegría le invade el alma, a quien puede

ver a través de tus ventanas ¡el hermoso ser

que le acompaña!.

 

Benditos los labios que lograran probar,

el dulce veneno de tu boca y morirá de amor,

con cada beso bajo la ropa.

 

Dichosos los ojos que pueden ver tu cabello

largo y café, descendiendo por tu espalda

húmeda por la lluvia.

 

Que suerte de quien tome tu mano y

camine por las calles de la vida, enfrentando

el destino de ser uno mismo.

 

Que privilegio le otorgo la vida a quien

ilumina tus días, y le cedido la misión de

llenarte de amor… hasta hacerte perder la razón.

 

La dicha le dio la buena cara a quien te besa

todas las mañanas, a quien sin

medida alguna le amas.

 

Que feliz se ha de sentir quien despierta…

con el café de tu hermosa mirada, todas las mañanas.

 

Que fortuna el poder abrazar tu cuerpo

esbelto y no confundirlo cada anochecer,

con la fría almohada de su cama.

 

Solo resta decir que la suerte le sonrió,

ahora camina contigo, presumiendo su amor

al mundo, ¡mundo! donde vivo muriendo

porque estés conmigo.