Salvador Cano

Predigo.

Algún día en invierno, a la madrugada, mientras duermes

 mandaré flores rojas hasta la puerta de tu casa.

Y una carta, si saber tú que es de mi parte,

te dirá tantas cosas bellas que al leerla 

te llevará hasta este presente

donde yo, inmortal, agobiado y sin ganas 

me rehúso a olvidarte.

Y comprenderás que el amor llegó a tus jardines 

y que tu vida nunca fue vida, 

pues condenaste mis sentimientos a un desierto 

de llanto, de resignación. 

 

Me recordarás y yo viviré en tu memoria. 

 

Quizá cuando esté viejo, y escuche yo a Gardel

me tomaré un vino añejado por mis lágrimas

y borracho te recordaré y te llamaré y no te diré nada.

Pero sentirás de nuevo los mensajes llegar a tu corazón

así como los mando hoy, cada noche, despúes de 4 tragos.

Y dirás, que nunca estuve loco, que el vino me hacía amarte

y que cada noche, una canción me llevaba a ti.

 

Me amarás y yo viviré en tu corazón.