Señora, tus labios, tu fuego, tu piel:
semilunio de alba; tu voz por mi sien,
¡Qué soñar despierto...despierto soñar!
mi amor y el tuyo: ¡Perfecto compás!
Cántaros de seda, exquisita pasión,
cantaban de noche mi piel y tu voz,
cabalgando juntos por cielo, por mar
con tu seno ardiente, mi sed y tu sal.
Nupcial belleza toda, tú, Señora Mía,
discípulo en tu pecho: maestro en tu vida,
la flor de tu mano se meció en mi frente
y estuve rendido, ante ti: silente.
¡Señora, qué gloria te mereces tú!
a mi barca: viento, a mis ojos: luz,
el vivo reflejo de tu ser en mi
como el vino hecho de la uva en vid.
Te has quedado un trozo de mi corazón
que al latir en ti buscará la voz
de mi paso errante que te dejó atrás,
y al palpar mi huella: me recordarás.
Loco pensamiento que llega y se va,
vuela como el viento mi pensar, pensar...
Señora, el volcán no estallará otra vez,
pero te encendiste y yo... ...te amé, ¡te amé!
\"He recorrido el tramo largo trasladando
mi pluma y mi tristeza y mi quién sabe cuánto\"
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