Unos ojos tristes buscan en la distancia
el latido de un tiempo que no logran medir
y los años como hachas miran con arrogancia
como el mar se interpone y los hace sufrir.
Y La Habana los mira desafiante y segura
de un recuerdo que aún vibra a la orilla del mar.
Dos ojos que no saben qué hacer con la amargura
que supone en el alma la palabra esperar.