Te he dado mil palabras
hasta estar en todos mis versos,
tu nombre es ya de mis metáforas sinónimo,
pero es poco mi pago, por endulzarme las tristezas.
Todo es poesía,
desde la primer chispa de luz en tus ojos
hasta el hondo resquicio del alma;
como no serlo, si basta una leve risa
Para ver que tus labios se funden en fulgor y existir.
Eres la petrificada razón en la boca mía,
inspiración danzante en mi memoria
y el sueño veloz y despertar de mi escritura;
el único viaje que guía mis poemas.
Por eso te daré mil palabras,
para que en su soledad me las hablen las manos tuyas,
y me entreguen a mi rendición el sitio
donde triunfa todo ese silencio tuyo.
Entonces, como se encuentran invisibles
en su camino, lo dicho y tus caricias,
vislumbrar del destino un florido momento
que de las consecuencias del suspiro es un beso.
Yo poeta, creería antes que no amarnos
primero fuese verdad que no existimos;
tu mi amada, que crees mi poesía
el curso más seguro siempre al interno infinito.