He visto, he sentido y he vivido LA RADIO como si fuera una mujer, le he amado, le amaré por siempre y si en esa eternidad a la que le tememos llegar, porque no sabemos que es de ella, la amaré.
Le he dado mi amor y ella me ha dado el suyo, le he consentido y me ha consentido. Me entregué por completo a ella como si fuera ella toda mía y así lo fue, le juré amor por siempre y así le cumpliré.
Antes de cumplir la mayoría de edad, ya LA RADIO me adentraba entre sus genes para hacerme sentirme pleno, realizado, llevarme en sus cadenas del éxito, para que obtuviera reconocimientos, me lanzó con mi voz al aire, la misma que hoy conservo en casi cuarenta y dos años de nuestra hermosa relación.
Me enseño los albores por los que debía caminar, llevándome en sus brazos como el amado que ella no quiso soltar, tan fuerte que han pasado muchos vientos y me sigue agarrando, como se ata el lazo al ancla para ir al fondo del mar. Me amarró tan animosamente que jamás me le iré de su lado.
LA RADIO ha sido lo más grande que vivo, viviré. Tan grandioso; ella es tan inmensa, que le miré como un pasatiempo de roces juveniles que colmo mis ansias sin tacha, sin divisiones egoístas que una relación puede tener. Es así, como ahora puedo sin detenerme, decir que hemos sido y seremos uno solo. El mismo cuerpo. Tan enamorado estoy de ella, que mi tiempo se lo di.
Vi por sus ojos otras fronteras, otros mundos, otras responsabilidades; porque me acostumbré a que la visión de ella es y será la mía. Ganamos juntos, nunca hemos perdido, no perderemos.
Me entregó una responsabilidad, le he cumplido, le seguiré cumpliendo, jamás la eludiré, por el contrario, cada día hago de este compromiso mi mayor reto, porque quiero que nunca me deje de amar como yo le amo.
Por. Carlos Alberto Lenis Gracia.