El mundo es de todos, no de algunos
soplones, matasietes y bandidos
que llevan el terror como los hunos
a los campos antaño florecidos.
Tampoco de guerreros montaraces
que mezclan la verdad con el olvido
y la violencia de sus viejas frases
con que intentan mostrar lo conocido.
Si Colombia es de todos, empecemos
a edificar con laboriosas manos
esa patria feliz que pretendemos,
sin servilismos ni poderes vanos,
un lugar donde todos aportemos
nuestro grano de arena como hermanos.