Hoy estuve pensando en los animales,
ellos se entregan apasionadamente a la vida,
comen, beben y se aman sin mesura.
Sin embargo, tampoco están exentos al afán del tiempo, ni de la muerte.
Un día como cualquiera su madre lo abandona y es obligado a crecer.
Una infancia más es sepultada, trompetas honoríficas lo terminan de abolir.
Esta noche, aferrándome a la nada —porque dios ha muerto—,
venero los instantes del mendigo que ha olvidado
qué día es, hace cuanto no se ducha y cuanta muerte le falta por vivir.