NO HAY NADA MÁS TRISTE
Que la helada noche de la viuda
Que ese leve viento de la guerra
Que intuir aquella ternura maltratada
Que el cuchillo de la falaz sonrisa
Que la intemperie por la huida
Que el trueque entre la riqueza y la soledad
Que muñeca sin dueña
Que el perdido canto del gozque en la montaña
Que la historia de un torrente que se convirtió en rastro sin llegada
Arturo Mora/19