Suenan las teclas de un piano,
pero no tus dulces palabras,
siento que estas muy lejos,
y aunque yo pueda verte,
tu mente está perdida,
entre pasado y presente.
Hoy la música del cielo,
refulge en un sonido vibrante,
sentidos se elevan del suelo
y duermen en notas galantes.
Suenan las teclas de un piano
y casi... casi amanece.
La música me transporta en placido ensueño y anhelo,
logran alejarme de cualquier inquietud y lamento.
Piano... que me transmutas en viento,
que elevas mi alma en mi arrobamiento,
que trocas en calma todo lo violento,
cuando oigo tus notas,
mi enferma mirada llora,
me endulzas y apuñalas,
entras dentro de mis ojos,
me convierto sólo en espíritu y pensamiento,
que vivo, que muero, en todo momento,
en mí ya no existe ningún sufrimiento,
porque de tus teclas brotan mil encantamientos.
P.M Pedro Monroy Gemio