Aquí es cuando la noche se adelanta bajo su ausencia, porque fui experimento –su experimento- el acertijo en sus labios, en su cuerpo, -nada de mí se llevó- solo el inventario de un libro que perdió, lo perdió, sí, sin dejarle la piel ni los huesos ni el aire sucio de los últimos días en que respiramos, sí, respiré el pelo y la flor quedada en las escolleras de sus manos de hembra, yo era su barquito de papel en todos los secretos escondidos divididos por el mar: el maniquí de su vestimenta perfecta, es decir: el fluido semihúmedo: el acueducto romano de sus dos pilares.
La amé con la profundidad de las hojas amarillas que caen apenas sin hacer ruido, en mis ojos, en mi piel, por mi boca. Mi boca inspirada por una colección de causa y efecto de un comic budista: la gran élite central de un partido político. Te amé con tu alta “poesía” y tu ingenio de náhuatl y tu grandísima lectura, y tu conquista de sonrisa ridícula confundiéndose con obras de teatro hasta dividir en dos partes lo estridente que son los metales. Oh música suave de voluptuoso reggaetón, Trap, y diamante en bruto que son al servicio de un pueblucho y su público en general, genérico, popular.
De tu grotesca elegía solo me recuerda una oferta de mercado, darle belleza a la baratija y un valor a los ademanes del amiguismo: el instrumento de bebidas adulteradas, negocio-política, comiendo papas fritas frente a un televisor, es decir, un strip- tease contorsionándose con el sexo obsceno y sus pelos vaginales abriendo el espectáculo a las tres de la tarde, sin denigrar a la poesía, sin denigrar una obra de arte.
Bernardo Cortes Vicencio
Papantla, Ver, México
11:1815022019