Fue la tarde de esta tarde, que me di cuenta que aún estoy con vida,
Que no he muerto, que aún suspiro, que aún palpita mi corazón.
Tanto que me has contado
que tengo alegría, que no estoy vacío y
que no ha llegado a mí el final.
Fue la tarde de esta tarde, que se unió tu blanquecino producto de tus entrañas con mi simiente varonil para caminar en ese laberinto de montes que te simbolizan como mujer.
Fue la tarde de esta tarde, que busque el sol de tu sol sin extraños palpos de mente ajena, era la mía en la tuya, que abrió con tu mirada en la mía, para hablar por los dos.
En el gran amor, sin perdones y albores, porque ya nacieron todos en sentimientos, que hoy somos solo uno.
Fue la tarde de esta tarde, en que acabamos sin pedirle al calor del día, lo que ya nos había dado el calor de nuestros cuerpos; amor en entrega, sin fríos
ni penumbras; solo el brillo de tus ojos reflejados en estrellas de lluvias, los que te adorné con mi fábula para llevarte a mi amor, el que nunca te escondo con mis caricias y besos.
Por: Carlos Alberto Lenis García