Patricia A. L.

Buenos Aires


Buenos Aires,
ciudad amada,
Confusión Eterna,
quiebras la Vida...

Ciudad sucia de costumbres
y delirios cósmicos,
estás presente insoslayadamente,
en cada hombre que te habita...

La piedra de mi palabra,
es un hilo entretejido
en un gastado mantel de lino
que brilla, aún blanco
en la penumbra...

Vapores y humos densos,
entre tus calles y en mi alma...

En esta tarde, se va acabando,
el rumor de un tango,
escrito y padecido,
por un triste poeta.

Caen los astros en tus grises edificios
y en el río oscuro,
que confundió con un mar,
un aventurero
en siglos pasados...

Caen los astros,
entre las grises multitudes.

La plaza de Mayo,
el Obelisco,
la Pirámide de las Madres,
el Puente de la Mujer y Puerto Madero,
se van ensombreciendo...

Veo una luz,
en la noche cercana,
que arrastra fragmentos,
de aquel antiguo brillo
que se opaca con el Tiempo...

Peligra mi mente de ensueño.

Esta noche estaré insomne.

Escucho sones y cadencias de un melancólico

bandoneón 
que llora amores perdidos...

Sólo busco tus luces Buenos Aires,
(patria pequeña y sólo mía)
y la mano amiga,
que besa tus calles y puentes,
y cada uno de tus recovecos...

las mano amiga, tibia
y solidaria,
que recoge este Adiós trémulo,

sibilante como la lluvia frágil
de una febril Primavera...

y recita, ahogadamente,

un Adiós

que sufre....

 

Patricia Aznar Laffont

(versión corregida)