Si pudiera cruzar el portal de tus pensamientos
y darle lectura a tus ojos,
no sentiría la crueldad del destino
sajando nuevas heridas,
surcando con el arado cruel de las incomprensiones,
dudas no razonables
que debaten dentro de la piel desnuda:
un “no puede ser” peregrino de besos.
Si pudieras ver mis adentros,
tan sólo comprenderías que no habrá un verano
que caliente nuestros deseos,
ni existirá un invierno que nos arrope las ganas,
ni mezclas de nuestro sudor en primavera.
No existirá un nosotros, que no sea culpable,
que no porte un cuchillo al cinto,
vestido de asesino nupcial.
Por eso mi dulce amiga,
querernos no se escribió en la agenda
que administra nuestras ganas,
porque tarde cruzamos nuestros pasos,
cuando ya tenía un boleto con rumbo a otras caricias
y la hora de dormir tenía cama.
Por eso la melodía de tus labios,
tendrá otra partitura, con estacatos de besos
y las caricias in crescendo
harán un calderón en los atardeceres,
y ya no habrá un nosotros que se vuelva delito.
Por eso,
yo besaré los labios que me esperan en casa
y el cuerpo de la mujer amada también dará su fruto.
Ahora, sólo nos queda
ver desde nuestros adentros y comprender
que muchas veces la vida
marca nuestros destinos a rumbos diferentes
y los visa con lágrimas.