Eres ese magnetismo
que la Tierra
logra hacia los planetas,
el ilustre espejismo
que moviliza las olas
para surfear.
Eres ese hilo invisible
que conecta el corazón
y anima el espíritu
encendiendo el rubor
sin pedir permiso
ni preguntar.
Te imagino, sí, te imagino
un hombre niño
nada que ver con Peter Pan.
Con todo respeto te digo
me recuerdas a un tierno conejo
juguetón y conquistador,
que se deja acariciar
que se aprende a querer
que olisquea la vida
antes de entrar…
y penetra toda su esencia
con el carisma del sol
y la tibieza del manantial.