Una cueva de buitres y ladrones
son varias dependencias del Estado
que accionan entusiastas los botones
en busca del dinero recaudado.
Son felices hallando posiciones
que permitan abrir esos candados
guardianes de los verdes billetones
por sencillos usuarios entregados.
No existe Alí Babá que los descubra,
ni con “ábrete sésamo” controle
la rapiña feroz y aristocrática
que subsiste perdida entre la bruma
como una condición del descontrole
herencia de una casta burocrática.