Confesiones de Medianoche.
A la noche, a quien es fiel amiga de el que lleva en sí una lágrima, a la musa más hermosa que tienen los poetas y a la reina apasionada que da vida a los amantes, le hace falta tu belleza para que yo la vea perfecta.
A la noche, para que yo la vea perfecta, le hace falta tu presencia… tu presencia de mujer.
A la noche le faltan horas para igualar tu belleza: le faltan tus pupilas para que en cada estrella suya brote un brillo de inocencia y le faltan tus sonrisas para hacer llegar al mundo una dicha igual a todos.
A la noche… a la noche le hace falta ese abrazo que me envuelve con las magias de tu aroma y ese beso que me lleva a entrar al ancho paraíso.
A la noche, a quien siempre está dispuesta a aconsejarte en el desvelo, a la suave mensajera que da paz a quien la observa y a la eterna compañera del silencio inspirador, le hace falta tu belleza para que yo la vea perfecta.
A la noche, para que yo la vea perfecta, le hace falta tu presencia… tu presencia de mujer.