Una ciudad que se alimenta de otra, eso es lo único que veo.
Una de esas dos, se siente la dueña de todo, sus más de tres neveras, casas y delitos, son la muestra perfecta, de todas las ganas y el poder que tienen para tener y que siempre han tendido, para seguir teniendo.
Mi ciudad vive de las migajas, el perdón y la misericordia, ha perdido vida, tiempo y ganas, no sabe que es tener lo suficiente, nunca ha tenido de más, siempre ha vivido de la ausencia de lo necesario, trabaja para dar, divertirse y sonreír, le ha hecho falta vivir, sin problemas o preocupaciones, sobre el que será de mañana y como será mañana, si Dios lo permite.
Dos mundos, dos realidades y un solo lugar que vive del otro, esta es la ciudad que diariamente se acaba en la necesidad de una parte, para renacer con cualidades, lujos y variedades, en un lado diferente, para aquel que no es consiente, no hay mucha distancia, entre una y otra vida.