alupego (Ángel L. Pérez)

SE CONGELÓ LA SONRISA

SE CONGELÓ LA SONRISA

Yerta quedó la sonrisa,
como una pétrea careta,
a golpe de cincel hecha.
Una mueca contrahecha.
Una máscara metálica,
con gestos de hiel labrados,
en una cara patética.

En el rostro del temor,
se adivinan los conflictos.
Los vaivenes y derrotas.
Los tropiezos que laceran,
emociones y principios.
Los intentos fracasados.
Enormes desequilibrios.
Las dudas y tentaciones,
que se forjan sin motivo.
Y las oscuras victorias,
colgadas de finos hilos.

En la tierra fue creciendo,
se eleva hasta el infinito.
Y son sus brazos tan largos,
que dominan lo inaudito.
Firme y erguida mirada,
forjada a base de siglos.
Proyectando lo que ve,
como deslumbrantes hitos.
Dando forma a lo que importa,
en su fin y en su principio.

Helado se quedó el viento,
cuando atravesó el sonido.
El sonido de las voces,
que reclaman su destino.
Caso omiso a sus creencias,
dando la espalda a su sino.
Con las bocas entreabiertas,
solicitando su sitio.
En el rictus congelado,
por el hambre de sus hijos.
Gélido se ha quedado el viento,
en un frasco comprimido.
Como se queda la vida,
cuando falta lo preciso.

En el jardín de los sueños,
donde bailan los deseos.
Funde la sonrisa gélida.
Se van callando los gritos.
Y los ágiles anhelos,
saltan como mariposas,
de flor en flor sin recelo.
Y se van haciendo líquidos,
los congelados proyectos.

La vida fluye sin freno,
en el aire cristalino.
Entre los nítidos vientos.
Cuando es hermoso el destino,
y se aleja el sufrimiento.
A.L.
http://alupego.blogspot.es
15/02/2019