Cae la tarde, larga y dubitante,
temerosas , tal vez, de sus sombras
que tejen fantasmas y terrores,
temerosa, tal vez...y anhelante.
Cae la tarde, frágil y cansada,
con aroma de cedros y caricias
que rozan la piel y los cansancios,
con aroma de otras tardes tan amadas...
(Esquel, 12 de enero de 2008)