Ahora que nuestros hijos
ya no son nuestros,
podríamos ser tú y yo de nosotros mismos.
Tú de mí, yo de ti, y a la vez ser nosotros
lo que siempre hemos querido.
Te extraño desde aquel día,
casi cuando nos conocimos,
pero luego nos distanciamos,
no recuerdo bien el motivo.
Planeábamos, ¿recuerdas?,
el ir a tu pueblo o venir tú a mi puerto;
soló que nada paso y mi bahía es un desierto.
Hoy aún es tiempo de hacerlo,
de retomar esos recuerdos, de tejer esos silencios,
de entrelazar nuestros brazos,
nuestras vidas, nuestros cuerpos.
Te propongo desterrar el sufrimiento.
Dejemos que el amor fluya,
que destruya los impedimentos.
Platiquemos, retomemos,
sembremos un jardín de rosas;
demos un voto a un mejor momento.
Hoy te espero, voy contigo, tú acepta,
que Dios recompensará el sufrimiento.
© Armando Cano.