Un deseo vestido de mujer me sorprende,
volviéndose en tempestad,
sumergiendo cada segundo que respiro,
cada momento de mi inconstante vida
que se hace más tenue sin ti.
Un deseo que tiene piel y sentimientos
y que lleva tu nombre impreso en el alma,
que regala trucos de papel y sueños de madera,
que se mueve, que está vivo.
Camina y se llena de lo que no es real,
de lo que nadie conoce,
de lo que he inventado en las horas verdes,
mientras tú, con tu sonrisa lejana y transparente
le devuelves el sentido a mi cabeza.
Qué solitaria la vida sin ti.
Ahora el viento canta su mejor canción
y esta selva se convierte en amante,
cuando sigues estando ausente,
vestida del milenario silencio.
Ahora solo abrazo tu memoria
y sonrío con una estrella que no existe.
Ahora sepulto sueños que mueren con los años
y camino cada vez más sonriente,
y voy entre piélagos que dejan su azul
para escribir tu nombre,
para marcar húmedas huellas
que aun conservan una gota de sal,
así como conservo tu recuerdo en mis sienes
y tu amor en mis labios.
Un deseo me sorprende,
me estremece con su traje de piel,
revuelve mi sangre y hace arder mis venas,
me desnuda el pensamiento en la calle
y apareces tú,
moviendo tus caderas, soliviantando caricias,
hasta volverte una erupción de besos.
Entonces me llena tu recuerdo
y nunca olvido que quiero amarte
hasta que el sol deje de ser luz
y la luna cierre sus ojos para siempre,
hasta que el olor de tu piel se extinga
y mis manos no puedan abrazarte.