(...9)
No hay nada más que rendirle pleitesía a sus actos de niñería, aceptar las despensas de algunas palabras electorales, su enorme consistencia de profeta, el botín del asno, no del hombre, con la cabeza en la pared como sucede en las sectas preliminares, bromista, gracioso, divertido. Su verdadera sabiduría de burdel enseña para concederte sus derechos, su gran diversidad de lógica y de leyes atentan al público mediocre, a sus citas literarias donde dispone y justifica con un diploma.
Ésta es la casa maloliente, se han quedo sucias las habitaciones y los muebles, el simple recuerdo de su estancia familiar me suena más a un ídolo del súper-mercado, con su juego de historia, de ser un maestro de estética, condecorado en las pequeñas artes gramaticales y su insoportable concubinato con la sociedad indígena. /mi pueblo que todavía gusta de guisar con leña/.
[Y en esa pedagogía de postgrado, la voz populli, el déjá vú, solo deja biografías personales de cierto comodín para la estafa con el pan solidario de los corruptos…]
Dejé de mirar la luz porque se deshidrataba en la obscuridad, dejé de mirarla porque su expresivo arte era de un material de piadosos violadores engreídos, como si cada metro tuviera el mismo volumen /el objeto de un ojo lisiado/ y la suave cercanía, toda la porosidad en el penúltimo diente donde se aproximaba el vómito, así, tuve que poner su estúpida silueta en la mesa redonda, con sus mismos derechos sin contrastarle los diferentes puntos de vista, lo tuve que poner, porque se debatía entre las heces políticas argumentando sus propias reglas y sus jodidas jerarquías.
[Sus manos sucias a falta de criterio-argumentos y sus amenazas más estrictas, me recuerdan más las del vaticano amparado por sus objetivos de evangelizar a los peones y su alta cacería de brujas, sin necesidad que intervenga el Rey Arturo, mucho menos Lancelot.
Bernardo Cortes Vicencio
Papantla,Ver, México
11:5418022019