Amaba verla perder sus ojos en el infinito
como deseando algo que sólo su corazón sabe,
amaba su silencio; sincero, triste y delicado.
Su ternura, su piel, su amor inefable
en la fríaldad de sus labios.
Amaba su misterio;
su mirada, cómo apartada de todo, de todos.
Amaba su oscuridad;
la sonrisa de su belleza si fin;
su rostro, su cuerpo, su cabello y sus manos.
Amaba tan sólo al contemplarla;
sin dañarla, intocable, sin arrancar de ella
todo cuanto amaba.