Héctor Cianci

Me faltaba algo y no eras tu

Me faltaba algo y no eras tú

Ahora me sobran cosas como las lágrimas

He bebido en demasía y con gran ímpetu

Del lago del dolor donde mueren las ánimas.

 

Dándole tiempo al tiempo me quedé sin nada

Resistiendo como extraviado el frío y la soledad

Tu imagen siempre fija torturándome sin piedad

Es la clara prueba que no puedes ser olvidada

 

Y mientras se golpean mis neuronas tratando de olvidarte

Me aferro a tu voz paseándome por tus senderos

Y al final del viaje germina de nuevo el desespero

Para dar el fruto incomible de volver a amarte.

 

¡Cuánto quisiera yo ser cualquier cosa menos humano!

Atrapado estoy en mi propia conciencia incendiada

 Grito y le añado blasfemias a mi voz apagada

Pero atiendes otras voces y comes de otra mano.

 

Las respuestas monosílabas y el vacío helado

Hacían que mis poros exhumaran el pavor

Tu voz que hace eco en mis heridas y su ardor

Despierta el insomnio que yace momificado.

 

Los ácaros de mi almohada brindan con mis lágrimas

Mis camisas repetidas están hastiadas de mí

El aire aborrece las canciones desesperadas

Y las puertas de mi casa ya no saben que es abrir.

 

Y si cambio las formas y los principios del poema

Es por la locura que reprime el pensamiento

Frívolo me espera el ente del desaliento

Para aplastarme otra vez y convertirme en su emblema.

 

Siempre me ha faltado algo

Siempre me he equivocado

Y una vez más lo repito

No eras tú, no eras tú

Cada reflejo del lago

Y los ojos de los hados

Recuerdan siempre mi delito

Que eres tú, que eres tú.