Y algún día, sin avisos ni advertencias, mi cuerpo yacerá sobre el suelo, frío y descolorido, con pétalos de efímera satisfacción por el acontecimiento que en secreto esperaba
Y algún día, sin culpa ni rencores, mi consciencia se esfumará, quizá con pocos o no tan pocos años, quizá con menos de los que debería, pero exactamente los mismos que puedo aguantar
Y algún día, sin torturas ni cansancio, mi mente se apagará en el abismo, el momento determinado por mis penas llegará, librándome de mis ataduras de empatía con mis allegados
Y algún día, sin amenazas ni tristezas, me marcharé, con una que otra culpa por mi acto de valiente cobardía, pero sintiéndome bien por pensar en mí al menos una vez
Y algún día seré libre.