Por la flor de tu boca yo suspiro
y la sabrosa miel de tu panal,
y muero por la luz de tu cristal
el luminoso espejo en que me miro.
Al pasar de los años más te admiro
y gozo de tu aroma de rosal,
pues eres mi motivo principal,
la mujer por la cual siempre deliro.
Aquí me tienes a tu lado atento
a compartir lo bueno de la vida;
y si cabe afrontar un mal momento,
yo alivie con sin rencor cualquier herida
cultivando el amor, que por ti siento,
pues florece la rosa que se cuida.