Su clara mirada tenía
fulgores de lindo destello;
mi verso nacía tan bello
sintiendo el fulgor que vertía.
De seda oriental parecía
su negro y frondoso cabello,
flotaba tan suave en su cuello
que todo mi ser conmovía.
Mis sueños los fue transformando
en forma de ríos crecidos,
y solo pasaba pensando
tener sus encantos floridos:
¡Los cuales me estaban matando!
Autor Anibal Rodriguez.