Estaba en un sitio de ígneo ambiente,
interesado en la indómita lava,
de la que el pío Agni a Sita salva,
e intrigado por materia caliente
cuando llegas tú a perturbar mi mente
con cúprica lava que el sol alaba;
con cráter labial que al orbe renueva;
con verde mirada de agua celeste.
Ni a la potencia del tenaz Vesubio
ni al letargo de la Mujer dormida
cubre la belleza del cielo rubio.
Lo que origina tu ciclo en la vida
jamás ha conocido ningún sabio
ni Heráclito del fuego supo nada.