Tras los párpados dormidos
Se levanta el telón
Comienza la función
En que eres creador, director
Protagonista y actor
Eres tú con tus dolores
Con tus fantasmas
Con tus miedos
Y tus traumas.
Eres lanzado sin piedad
al mundo de la sinrazón
Al espacio sin tiempo
Al tiempo sin espacio
A la otra dimensión
Y allí estás
En un cuarto lúgubre,
la luz es sólo una sombra
sobre las paredes desnudas,
desvalidas y despojadas
de toda presencia.
En el centro, un desolado
ataúd es la única existencia.
Y de pronto lo ves
Alguien aparece
Cargando su tristeza
Avanza lentamente
Va hacia el encuentro
de ese rostro amado,
aun sabiendo que ya no existe,
que ahora será otro.
Otro con la frialdad rígida
De un cuerpo desnudo
De ternura
Desvalido de tibieza
Ajeno a las caricias
Ausente y ajeno
Tan ajeno.
Tú lo sabes,
ya solo unos pasos
lo separan de su destino.
Pero en ese preciso instante
Una mujer aparece,
Lo detiene y lo conduce
Amorosamente
Lo envuelve en sus brazos
En un abrazo consolador
Y él se hunde en ese pecho
que es refugio y amor
Entonces, llora, llora
como si ese llanto
pudiera ser un río
que arrastre su sufrimiento
por un caudal eterno,
infinito como su dolor.
Y yo soy todo a la vez,
Soy el cadáver, soy el deudo,
Soy el consolador, soy el pecho,
Soy el llanto y soy el consuelo
Soy un mar de lágrimas
Soy un dolor inmenso.
Son tantas las muertes
Que debemos enfrentar
Tantas las perdidas,
Tantos los recuerdos
De todo lo que ya no tenemos
De lo que ya no somos
De lo que ya nunca seremos.