En estas latitudes
aún pueden encontrarse novelas
que portan a su autor en un bolsillo,
relojes que se paran cuando se hace de noche
y todos los recuerdos que me invento cuando vivo sin ti.
Nada dejan los años sobre la chimenea,
si no es un humo negro que envejece la vista
y una vena
recorriendo la sangre
como una mano arcana
para así acariciar;
un ardid en la voz de la conciencia.
Las charlas en ayunas,
los disfraces acuosos de la aurora,
los vientos del futuro,
así es la permanencia para decir te quiero.
Con la luna en la tarde,
durante unos instantes perturbados,
baja la juventud de la montaña
y espera a que amanezca.