Aún recuerdas a la niña de provincias. En un paisaje dulce propio de ermitaños. Era un elixir cálido para tus muchos años. No puedes ni pudiste resistir a las caricias. Una tarde te llevó a un ignoto monumento. Era un dolmen que tenía por techo el cielo. . Ante aquella blancura se rindió tu anhelo. Rindiendote a la bruja del más bello cuento . Recorriste toda España hasta el fin de la tierra. Atraído por los bosques, sus ríos y sus leyendas. Allí estaba ella muy cerca del río Sil. Quien busca dulce compañía nunca yerra . Aunque se equivoque y vaya por falsas sendas. Una sola caricia le parecerá más de mil