Yo recogí mi nombre en el desván,
se me había perdido. Después de ver morir
la luz estrepitosa, de contener la vida hasta agotarme
y descubrir mi orgullo
mezclado con la farsa de la tierra.
Fui calumniado por mi propia boca.
Pero si vas a verme
como dices que soy cuando el mar se derrama
y el potro salta limpio
el penúltimo obstáculo,
ciérrate bien los ojos
antes de imaginar
la alcoba que no existe
o el brío que no tengo.
Porque la inteligencia
es una forma de llevar la espalda
cargada de razones,
y no vale la pena
salir al paso de la lluvia estéril.