A lo lejos... se ve mi viejo,
siempre al frente de la cascada
oyendo el silbido con vino añejo,
admirando a un ave enamorada.
Sonriente relucen sus canas,
el tiempo ha curado sus heridas
respira el verdor de las lianas,
y el agua deja sus manos teñidas.
¡Ya es de noche padre mío!
En un vasto azul ves las estrellas,
déjame abrigarte y quitar tu frío.
Es mi viejo, sentando y pensativo
como si estuviera en el ágora,
quedando totalmente cautivo.