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No es la primera vez que tomas de rehén a la vocal y las consonantes para cubrirlas de honorables acciones pendejas, anteponiendo juicios literarios por conveniencia, porque después del eje de la mesa has puesto en duda la disonancia de mi voz como lo calloso de mi mano, sería demasiado decir –decirte lo que nunca entenderías- que ésta conferencia es un dialogo violento pintando este óleo que gravita en círculos como mosquitos en el ojo externo de la hoja: suelen merodear los labriegos prenatales: larvas inertes desprendidas geológicamente del sonido y de la piedra prehistórica –mía- como el maletín viejo de la profunda mazmorra del clóset en que suele ensimismarse la grulla, entre los rincones polvosos de mis manos o decirlo de otro modo, mi canibalismo literario ha sido de culturas antiguas, especificar el epitafio y el significado de la muerte aprendida de los libros, para ceremonias de culto donde mis oídos son dos demonios de tierra obscura . Tu escarnio y tu burla: un torso animado de la catedral más antigua de la ciudad, un muñón de perro parecido a los huesos bíblicos de la iguana, la gárgola que no pudo adherir ningún albañil ni con la baba, ni con cemento; has puesto en duda hasta el más pequeño insignificante ejercicio poético, hasta el fondo de una geografía que nunca pudo ver la suerte. Octavio Paz estaría observando el litigio como mío: el más humilde sopor con la letra que no pudo rechinar en la piedra.
[El teatro sería como el acto final donde ya ha pisado tu historia ridícula, de culto intelectual de perdona vidas, como el zar de la expresión idiota, cuyo humor lo diagnostica el semáforo de la esquina y el público barbero de las redes sociales…]
Bernardo Cortes Vicencio
Papantla, Ver, México
12:3122022019