La noche me confesó que está cansada,
cansada de sostener a sus luceros,
asustada de observar los yugos fieros,
de ser cómplice de la maldad humana.
La noche me dijo que quiere huir,
huir de su esencia y volverse luz,
ya no quiere llevar esa cruz,
pues su sombra nos hace sufrir.
La noche está triste y quiere llorar,
llorar sus luceros llenos de amor,
para que al hombre lo envuelva el candor
y nunca más su alma vuela a implorar.
Andrés Romo
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