Sé que a ti no te importa lo que sufra,
lo que espere, lo que duele.
Sé que una vez ya me negaste el corazón,
me abandonaste, me alejaste de tu lado.
No quisiste, no deseaste hacerme
partícipe de tus sufrimientos,
de tus días en soledad,
de tus noches de dolor.
Me dejaste ese día y punto.
Sin preocuparte siquiera
si yo estaba de acuerdo,
si me habías así lastimado,
no es justo, no es leal,
me sacaste de tu vida
como se saca un bicho raro.
No compartiste conmigo
esas tardes en la playa,
jugueteando con la arena,
con lo salado de las olas
y con la espuma de la mar.
Me dejaste casi muerto,
con un nudo en la garganta
que mas bien parecía un cuchillo,
prohibiste a tus amigos que hablaran
nada de mí.
Que culpa tienen mis noches
que tú estés tan intranquila,
que culpa tiene la daga
cuando ha sangrado la herida.
Que culpa tiene el destino
de habernos conocido.
© Armando Cano.