Tendré que admitir,
desatando mis nudos,
careciendo de titubeo,
a tu mirada clavada
en mi pupila expectante,
que, cuando te mueves así,
cuando sonríes así,
cuando me dejas tocarte
cada vez que te levantas la piel,
y permites a tu pelo viajar
seduciendo a la gravedad,
no hay nada más.
Eres mi guarida,
tras una persecución,
el lugar sin color negro,
caluroso,
la cobija en la tormenta de hielo.
Eres mi planeta favorito,
de este universo rojo.