Todo se agita sobre el árido silencio del espejo,
el arrebol del invierno que azota los cañaverales
/ trepidantes rumores ocultos en las sombras
atisbando sigilosos el tránsito de los chacales /
Todo palpita en el profético claror del crepúsculo,
el estridente crujido de los truenos
calando sin piedad la quietud del horizonte
sobre el eterno galope de las olas seducidas
por la perseverante exaltación del delirio
Las tempestades ensombrecen
la colosal pradera pisoteada con pies de lumbre
mientras la sabiduría del agua despierta temprano
para ir al río a perseguir los salmones
El péndulo de los relojes - congelados en el alba -
desnudan los ojos para mirar con nitidez los trigales
entre el celaje intangible de los relámpagos del instinto
y la generosa esquizofrenia de los coyotes
En la encrucijada de los deseos
los hombres antiguos madrugan en sus pupilas
con las manos de arcilla cocidas por los adioses
y los labios partidos por la ausencia de los besos
/ frentes de obsidiana donde se miran los astros
y canas imperturbables donde se consuela el tiempo /