He despertado con la boca en llamas,
los labios sedientos, las manos crispadas,
y he buscado tu fuente para saciarme,
tu piel para acariciar un sueño,
tu carne para aplacar mi hambre
pero solo he besado la sombra de tu ausencia.
Pensé por un momento que eras sueño,
esa quimera que me araña el recuerdo
desde que nos separó un mal fado,
pero he sentido tu aroma perfumar los lienzos
como sándalo en el altar de Venus,
y se ha hecho la luz en el recuerdo
mientras mi báculo se alzaba a recorrer caminos.
He maldecido la noche que nos cela,
el lecho huérfano de tu desnudez fragante,
las sabanas que ya no te cobijan
ni beben de tu esencia.
Y he cerrado los párpados del cuerpo
para abrir los ojos de mi alma,
para sentir el hambre de tus labios,
el imposible tacto de tus senos
y recordar el geiser de tu orgasmo
estallando en mi boca.