Aparecen en tiempo de elecciones
como langostas arrasando todo
con su cara grasienta de lechones,
su risa tonta y su mirar beodo.
En los muros encuentran acomodo
con su labia de vanas ilusiones,
igualmente en las vallas y recodos
de calles, callecitas, callejones.
Pura bazofia por doquier regada
para incautos adeptos o señores
que reciben su mísera tajada
por llevarla sin más a los mejores
sillones que se dan en la bancada
cual lagartos de todos los colores.